viernes, 27 de enero de 2012

Los ballets imperiales rusos

En el siglo XVIII en Rusia comienza a establecerse el arte coreográfico gracias a las condiciones favorables en que se hallaba el imperio respecto a la valoración de la estética por parte de su monarquía militar y feudal.

La influencia de ballets extranjeros en el imperio ruso se mantiene durante medio siglo y es durante estas primeras cinco décadas del siglo XIX que los intérpretes extranjeros visitan asiduamente dicho país. Nacido en el siglo XVI en las cortes italianas, para luego trasladarse a Francia a finales del mismo siglo, el ballet ya florecido en París se introdujo en Rusia dos siglos más tarde.


Dadas las virtudes artísticas del pueblo ruso, la popularidad de la danza en general y el apoyo oficial con su Dirección General de Teatros Imperiales, que solventaba económicamente el ballet y lo dirigía en su totalidad, se produjo el advenimiento de este arte en un país tan singular.


Las Escuelas Imperiales de baile en Rusia eran tres: la de San Petersburgo, la de Moscú y otra que se situaba en la ciudad de Varsovia. Allí además de tener una enseñanza general y de ballet, tenían un programa -de 8 a 9 años de estudio- compuesto por clases de música, dibujo, arte escénico, idiomas, además de otras materias vinculadas al arte de la danza. Todas ellas eran también supervisadas por el gobierno y dirigidas por renombrados maestros de baile.


Período del maestro Landé


El emperador Pedro el Grande introdujo reformas que cambiaron la vida de los rusos en su aspecto social, impulsando el arte de su nación para abandonar poco a poco la imitación de la danza de Europa Occidental. Tal es así que liberó a las damas de la aristocracia para que pudieran participar de reuniones sociales con gente de otras clases, lo cual anteriormente no les había estado permitido. Introdujo también danzas francesas como el minuet, la courante y la pavana, pero muchas veces pedía que el ritmo se acelerara un poco para que la danza fuese más veloz.

Landé


En 1738 el maestro Jean-Baptiste Landé fundó la primera de las escuelas imperiales de baile, la de San Petersburgo. El maestro Landé era un bailarín francés que había sido empleado en la corte polaca en Dresde hasta que fue contratado por el rey Federico I de Suecia en 1721. Hasta 1728 fue maestro de danza de la corte sueca, luego viajó a Dinamarca y por último a Rusia, donde, luego de una actuación ante la emperatriz Anna en 1735, pudo establecerse como ballet master de la Escuela Imperial de Ballet, llamada Escuela de Baile de Su Majestad. Sus primeros alumnos (doce chicos y doce chicas) fueron de las clases sociales más bajas y los bailarines no eran considerados más que simples instrumentos para la diversión y placer del monarca (recién a principios del siglo XIX los artistas de la danza lograron ser considerados).


Dos escuelas europeas estaban representadas en el plan de estudios. Danza «grave» basada en el minué francés fue enseñada por Landé, luego por sus alumnos. Métodos de danza cómica, derivados de la Commedia del'Arte, fueron enseñados por los italianos: el coreógrafo y bailarín Antonio Rinaldi, llamado Fuzano, y su esposa, Julia. Las estrictas formas de la escuela francesa y el virtuosismo de la italiana se fusionaron para extenderse en el estilo de actuación ruso.


Las trabas para que los rusos consideraran que podían tener un arte propio eran muchas. La mayoría continuaba pensando que el género nacional era de muy mal gusto. Lo primero que pudo lograr autonomía fue la literatura a partir del siglo XIX con Pushkin y Gogol. Luego hizo lo propio la música, con Tschaikovsky, Glinka y Dargomijsky y también la pintura. Para el ballet resultó más dificultoso que para el resto de las artes, ya que su técnica y terminología denotaban el origen extranjero del mismo, complicando la tendencia nacionalista.


La emperatriz Elizaveta Petrovna

A esto contribuyó la emperatriz Isabel Petrovna (segunda hija de Pedro el Grande), para quien los asuntos teatrales llegaron a ser preocupación de la corte. Amante del lujo y del ocio y ella misma una excelente bailarina, Isabel recomienda diversiones en palacio. Landé fue convocado desde el exterior para reabrir el estudio de baile y todos los recursos fueron lanzados a la organización de la celebración de la ascensión al trono. La coronación se celebró en Moscú en mayo de 1742, para la cual fueron representados dos ballets: “La Manzana de Oro en el Festín de los Dioses” y “El Juicio de Paris y la Felicidad del Pueblo ante la Aparición de Astrea en el Horizonte de Rusia y la Restauración de los Tiempos Dorados”. Estas alegorías de ballet representaban a la nueva zarina como patrona de las artes en favor de unirse a la cultura europea.


Durante su reinado, Landé tuvo la iniciativa de presentar ante su corte una obra con danzas rusas, que, si bien fue aceptada con éxito por la refinada y culta Isabel, éste no duró demasiado, ya que luego "lo nacional" fue despreciado por aquellos en quienes se depositaba el control y destino del ballet ruso. Por tanto, la danza durante su período no logró salir del círculo de los salones cortesanos.


Acto II de La Bayadére (1877)


Después de la muerte de Landé, Fuzano dirigió la escuela hasta 1750. A su vez, éste fue reemplazado por el maestro Josette. En 1758, el coreógrafo vienés Franz Hilverding llegó a San Petersburgo y obtuvo el reconocimiento europeo por su progresiva actividad creativa. Hilverding confiadamente llevó el ballet a la independencia, tratando de demostrar sus posibilidades en géneros tanto cómicos como trágicos.


La forma musical de la «ópera seria» sigue siendo la base fundamental sobre la que Hilverding unió pantomima y danza, aumentando así el hermoso templo de ballet. La novedad ideológica y estética de la creatividad de Hilverding demandó de los bailarines rusos desarrollo de métodos técnicos, perfección de movimiento y enriquecimiento de mímica.


Período del maestro Canziani


Fue Catalina la Grande quien finalmente le imprimió un carácter nacional al teatro, sacándolo del palacio real y poniéndolo al servicio de la sociedad toda. Desde ese momento, las funciones de ópera y ballet comienzan a ser parte de la vida social de los habitantes de San Petersburgo, tanto que se vuelven indispensables.


Les amazones

La formación del ballet fue mejorada notablemente en 1784, con la llegada del coreógrafo veneciano Giuseppe Canziani. Su actividad fue distinguida por un genuino cuidado hacia el arte ruso. Enseñó a sus alumnos cinco o seis horas al día, dedicando sus clases no sólo a ejercicios y ensayos, sino también a las conversaciones sobre Noverre y sus teorías, así como sobre otras destacadas figuras del ballet de la época. El coreógrafo no sólo preparó artistas pasivos, sino más bien desarrolló la capacidad de sus estudiantes para la creatividad independiente. Los brillantes resultados de la actividad docente de Ganziani fueron la graduación de varios bailarines rusos masculinos y femeninos, que alcanzaron posiciones prominentes en la compañía, así como figuras de origen ruso que lograron destacarse luego al reemplazar a las celebridades que iban a bailar a Rusia desde Occidente. Entre ellos estaba Iván Ivanovich Valberkh (Lesogorov), el primer coreógrafo ruso.


Tras la muerte de la Emperatriz, asume el reinado su hijo Pablo I y bajo su despotismo las artes volvieron a decaer.


Período del maestro Didelot


Al comenzar el nuevo siglo, comienza el período del nuevo zar, Alejandro I, desde 1801 a 1825. Junto a él las artes, y en particular el ballet, recobraron el terreno perdido años atrás y la danza logró avanzar aún más. Desde la misma fecha de la asunción al trono del nuevo emperador, asumió como profesor en San Petersburgo el gran Charles-Louis Didelot, moldeando la Escuela Teatral de aquella ciudad según las enseñanzas recibidas de Jean Dauberval en Francia y su propio criterio. Sus métodos e ideas fueron muy cuestionadas por su gran crueldad para con los niños que acudían a sus clases, y con todo su elenco de bailarines - tan dispuesto a someterse con tal de lograr una mejora en su posición social o tener éxito-.



Charles-Louis Didelot


A pesar de su mal carácter, su trabajo a lo largo de los 37 años que pasó en Rusia resultó útil y eficaz, ya que el público comenzó a considerar a sus bailarines como a verdaderos artistas, gracias al aporte en la enseñanza de su gran técnica y talento coreográfico; tanto que sus alumnas rusas consiguieron superar hasta la mismísima Marie Taglioni en cuanto a emoción dramática. Concretó, asimismo, cambios con respecto a la danza que llegarían a modificar los paradigmas antes establecidos. Por ejemplo, él mismo quitó los trajes utilizados tradicionalmente hasta el siglo XVIII, e introdujo el maillot color carne y las túnicas de gasa en escena.

Gracias a una casualidad, en medio de una de sus coreografías Taglioni - que hasta ese entonces bailaba en demi-pointe- se elevó sobre la punta de sus pies, asombrando a los espectadores. De esa manera transformó al ballet en "arte alado", al decir del poeta ruso Pushkin. En adelante, los coreógrafos han modificado sus danzas que ahora parecían tener posibilidad de simular a seres ultraterrenales y etéreos con el uso de las zapatillas de punta o pointes.



Marie Taglioni como La Sílfide



Otro hecho importante en Rusia es el que se produjo entre 1803 y 1804 cuando, por decreto del zar, el gobierno imprime los cuatro tomos de "Cartas sobre la danza" de Jean-Georges Noverre (destacado coreógrafo y teórico de la danza de aquellos tiempos), que se constituyó en el diccionario del lenguaje coreográfico. Mientras tanto, el contacto con los bailarines y coreógrafos extranjeros que visitaban Rusia se mantuvo gracias a las giras de los cuerpos de ballets de otros países. Algunas de las figuras que viajaron hasta allí fueron: María Taglioni, Carlos Blasis, Lucile Grahn, Fanny Elssler, Julio José Perrot y Marius Petipa.

El maestro Petipa

Durante casi 20 años Marius Petipa fue el ballet master del Ballet Imperial ruso, convirtiéndose en uno de los nombres más célebres en la historia de la danza. Petipa fue un gran apasionado de las danzas tradicionales españolas, y sobre todo las andaluzas, como así demuestran sus ballets Don Quijote y Paquita (ballet que eligió para su presentación en San Petersburgo). Descolló en los pasos de carácter e introdujo en escena el baile de la polca. Tras debutar en Bruselas en 1838, se perfeccionó con Auguste Vestris y actuó por toda Europa como primer bailarín.


Casi una década después (1847), tras haber pasado una temporada en París, decidió volver a San Petersburgo, donde trabajó durante 60 años. En ese período creó 55 ballets en exclusiva, 21 en colaboración y 37 para diversas óperas. En 1858 fue nombrado maestro de baile del Ballet Imperial ruso, cargo ocupado hasta entonces por Jules Perrot y con este nombramiento se inició su época más productiva. Junto con Vsevoloiski, formó una dupla que duró 17 brillantes años. En la lista inmensa de creaciones de este periodo basta con recordar las tres obras supremas de Tchaikovsky, nervio principal de todos los repertorios (El Lago de los Cisnes, Giselle, La Bella Durmiente y El Cascanueces), así como las tardías pero eficaces partituras de Aleksandr Glazunov (Raymonda, Las Cuatro Estaciones, Astucias de amor).



Marius Petipa; Pierina Legnani como Odette (1895); Pavel Gerdt como el Príncipe Sigfrido (1895); Julia Nikolaievna Sedova como la Princesa Aspicia (1862); el coreógrafo Lev Ivanov, colaborador de Petipa.



El arte de Petipa estuvo hecho de rigor técnico, riqueza de medios y un sentido de la elegancia que huía de todo virtuosismo y de cualquier espectacularidad pomposa. Detestaba el acrobatismo de la escuela italiana y el lujo desanimado del tardío ballet francés. Intentó conservar y enriquecer la herencia romántica, llevando la tradición a sus más altos niveles. Reformó el papel del bailarín masculino y dio corporeidad diferenciada al hombre y a la mujer, de modo que se explotaran al máximo las propiedades anatómicas y enérgicas del bailarín. También suprimió la figura del favorito (o favorita), tratando a todos con igualdad.


En la redacción de sus coreografías era minucioso y científico, e iba escribiendo en una libreta las diversas evoluciones que la partitura exigía, incluyendo retratos y perfiles de las actitudes que imaginaba en los diversos personajes. El culmen de cada una de sus obras era el pas de deux entre los protagonistas, que empieza con un adagio a cargo de ambos, sigue con variaciones alternadas, una para ella y una para él, una lenta y otra rápida, y acaba con un nuevo dúo, exigente de técnica y resuelto con una pose entrelazada y estatuaria. Así pues, Petipa unió la tradición de la velocidad italiana con la herencia del elaborado adagio francés. Petipa fue quién dio el esplendor al llamado ballet imperial en Rusia.


El Ballet Mariinsky


El Ballet Mariinsky siguió a la formación de la primera escuela de danza rusa, la de San Petersburgo, en la década de 1740.



Bailarines del Mariinsky Imperial Ballet posan frente a la decoración de Orest Allegri para Raymonda, de Petipa (1898).



Hay poca información sobre los años formativos de la compañía de ballet, aunque es sabido que tanto la escuela como la compañía estaban vinculadas por el nombre: Escuela Imperial de Ballet y Ballet Imperial Ruso, que continuaron siendo usados hasta la abolición del régimen imperial. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la compañía alcanzó la prominencia y emplearía a los más influyentes y reconocidos nombres de la historia de la danza, como Charles Didelot, Marie Taglioni, Christian Johansson, Enrico Cecchetti, Jules Perrot, Fanny Cerrito y Carlotta Grisi.

Luego de la Revolución Rusa, el gobierno soviético decidió que la escuela y la compañía de ballet eran símbolos no queridos del régimen zarista y los cerraron. La compañía fue la primera en ser re-establecida, convirtiéndose en el Ballet Soviético, con la escuela re-abriendo más tarde como Escuela Coreográfica Estatal de Leningrado. En 1934, después del asesinato del revolucionario bolchevique Sergei Kirov, el entonces Ballet Soviético fue renombrado como Ballet Kirov, un nombre que es comúnmente usado para identificar a la compañía todavía hoy. Terminado el gobierno comunista, tanto la compañía de ballet como la de ópera del Teatro Mariinsky fueron vinculadas al teatro por el nombre, convirtiéndose en Ballet Mariinsky y Opera Mariinsky.




El Teatro Mariinsky (1900)


El Ballet Bolshoi


El Ballet Bolshoi es, junto con el Mariinsky, una de las más antiguas compañías de ballet clásico. Sus orígenes pueden ser encontrados en la creación de una escuela de danza para un orfanato en Moscú en 1773. En 1776, bailarines de esa escuela fueron empleados por el Príncipe Pyotr Urusov y el empresario teatral inglés Michael Maddox para formar para de su nueva compañía. Originalmente actuando en lugares privados, más tarde adquirieron el Teatro Petrovsky, el cual, luego de incendios y remodelaciones erráticas, sería reconstruido más tarde y es el actual Teatro Bolshoi.

La historia temprana del Ballet Bolshoi es muy superficial y, pese a poner en escena muchos ballets, luchaba por competir con la reputación del ballet imperial ruso, el actual Ballet Mariinsky. No fue hasta la designación de Alexander Gorsky como ballet master en 1900 que la compañía comenzó a desarrollar su propia y única identidad. Ese año, Alexander Gorsky fue nominado para ser Premier danseur (principal solista masculino) del Ballet Imperial de San Peterburgo, solo para ser movido al Ballet del Teatro Imperial Bolshoi de Moscú como régisseur (director) ocho días después. Lo que iba a ser un movimiento temporario se convirtió en permanente. Fue nombrado Premier Maître de Ballet del Teatro Bolshoi. En su enseñanza usó “libres movimientos de baile en contraste con las formas académicas, congeladas” del anterior estilo clásico del ballet. Gorsky estaba inspirado por Isadora Duncan, quien era famosa por rechazar el ballet pues creía que la danza debía ser una natural expresión del alma. Su inspiración era también el método de acción de Stanislavsky.



Arabesque



Alexander Gorsky coreografió, repuso y revivió muchos ballets. Creó varias obras propias, pero fue su re-elaboración de los ballets de Marius Petipa los que habrían de convertirse en conocidos. Algunos dicen que allanó el camino para la obra de Michel Fokine. Del repertorio clásico del Bolshoi, Gorsky revivió la versión Petipa-Ivanov de La Fille mal gardée por primera vez en 1903 (la versión de Gorsky se convertiría en la base para todas las producciones sucesivas representadas en Rusia y en Occidente durante décadas), la reposición de Petipa/Ivanov de El Lago de los Cisnes en 1901, Don Quijote en 1900, La Bayadère en 1904 y Raymonda en 1905, entre muchas otras.

1 comentario:

  1. ¡Felicitaciones por el blog, precisamente en un día en que voy a disfrutar,por enésima vez, de la reposición de "El Lago de los cisnes" por el Ballet Nacional del Sodre -al frente del que se encuentra, desde ya hace unos años, el gran Julio bocca-, en Montevideo, Uruguay! (Llegué a tu blog buscando una foto del príncipe Vsevolojski, quien siendo director del Mariinskij tuvo la feliz idea de llamar a Petipa-Ivanov para hacer una nueva coreografía con la música que veinte años antes había compuesto Tschaikovki para "El Lago.." y me encuentro con todo ersto tanhermoso.)

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